Todos los años celebramos en Navidad una jornada festiva con comida a la que asisten muchos jugadores con sus familias.

En esta jornada, casi siempre en la sobremesa, se hace entrega de un reloj de muñeca a todas aquellas personas que hayan conseguido estar sin jugar, durante un año y medio. Este regalo tiene dos características importantes, en un principio se constituye en una fuente motivadora que ayuda a conseguir el objetivo y en segundo lugar permite, una vez colocado en la muñeca, recordar en cada momento del día lo conseguido, para seguir motivándose a continuar en la misma línea de abstención del juego.

La entrega del reloj se convierte en un momento muy emotivo tanto para el que lo recibe como para los familiares que lo acompañan. Al recibir el “premio” después de un año y medio limpio de juego, la emoción fluye muy fácil y suelen pronunciar unas palabras llenas de agradecimiento para la familia que hace que el momento tarde en olvidarse y se rememore con cariño durante mucho tiempo.

El grupo de los jóvenes se reúnen, por su cuenta, algún fin de semana en el que un sábado suelen ir a cenar y prolongan la salida en una noche de diversión todos juntos.