El juego patológico constituye un grave problema que afecta a toda la población y en la actualidad, debido al incremento de la oferta de juego on-line así como la profusión rápida de las apuestas deportivas (AADD), principalmente a los más jóvenes.

Es un trastorno muy antiguo que no se comienza a estudiar hasta 1975. Juego Patológico y Ludopatía prevalecieron como términos más comunes y mayoritariamente utilizados por estudiosos e investigadores. Su reconocimiento oficial se llevó a cabo en 1980, cuando la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) lo incluyó en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMIII) dentro de los “trastornos del control de los impulsos”. La OMS, en 1992 coincidió prácticamente en su totalidad, en lo referido a la categoría diagnóstica. En la versión revisada del DSMR-III (1987) la A.P.A. presentó cambios importantes respecto a los criterios diagnósticos, debido a la sorprendente analogía con los trastornos existentes por consumo de sustancias.

Recientemente, en el DSM-V, el juego patológico es trasladado de la categoría de “trastornos de control de impulsos” a la de “trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos” como “trastornos no relacionados con sustancias”, debido a la evidencia acumulada de similitudes conductuales y sintomatología; siendo aceptada tanto la denominación como la categorización del juego patológico como trastorno por dependencia sin sustancia caracterizado por un déficit progresivo en el control del impulso de jugar.

El juego Patológico es definido como: juego problemático, persistente y recurrente, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo. El juego patológico es un trastorno que consiste en la presencia de frecuentes y reiterados episodios de juegos de apuestas, que dominan la vida del enfermo en perjuicio de los valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares del mismo.